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8.9.06

SISTEMA JUDICIAL HEDIONDO Y CORRUPTO


Hace unos días un vocal superior, Eduardo Palacios, fue descubierto aceptando un soborno a cambio de favores judiciales. Los medios, como es lógico, hicieron eco de la noticia y una vez más sale a la luz la podredumbre en que se encuentra el sistema judicial. Pero en realidad casos de corrupción judicial hay a diario, de todo tamaño y de todo precio, en el ámbito empresarial o civil, además a tarifas para todos los bolsillos.

Cual es la novedad ahora? Ninguna, sabemos que el Palacio de Justicia más que representar ese ideal es un antro delicuencial que alberga facinerosos con preparación profesional pero escasa, por no decir nula, solvencia moral. Tal es ese descrédito, ganado y sostenido día a día, que su índice de desaprobación es superior al cuestionado Congreso, pues además de concentrar incapacidad aglutinan deshonestidad en abundancia.

Ahora que el tema cobra interés coyuntural se anuncia una reforma. Una más de las tantas que se anunciaron en épocas pasadas y recientes, pero que al final no conducen absolutamente a nada. Reformas que terminan siendo un canto a la mentira, una mecida más a las que nos somete el poder de turno. Luego las cosas continúan con su habitual desenvolvimiento y el hedor nauseabundo del Palacio de “Justicia” permanece tan profundo y hasta reforzado, al librarse otra vez de una limpieza de verdad.


Desde enero hasta julio la Oficina de Control de la Magistratura resolvió sancionar 456 jueces, para 39 de ellos ha pedido la destitución por participar en actos de corrupción. Resultado: ningún juez a sido separado. Pues el Consejo Nacional de la Magistratura –encargada de resolver la expulsión de los magistrados- no se ha pronunciado. Aduce ésta que no existen indicios para aplicar esta pena a los acusados, y en otros caos los procesos “estan en investigación” osea: aquí no pasa nada. Y la Sala Plena de la Corte Suprema lo que mejor sabe hacer es encubrir las actuaciones irregulares de los vocales de la mayor instancia judicial del país.

Con estos antecedentes ¿qué se puede esperar sobre una, anunciada con bombos y platillos, reforma interna? Y es que hay quienes cándidamente creen que el Poder Judicial se puede reformar a sí mismo, candidez sospechosa que parece esconder intereses del poder de turno. Es iluso pensar que un sistema cuya infección, a manera de epidemia, está extendida hasta las más altas autoridades judiciales intente expulsar a los malos elementos. La reforma la tiene que llevar a cabo el Ejecutivo y punto. Y que no vengan con el argumento de siempre: la autonomía del Poder Judicial, porque amparados en esa autonomía han llevado ese término a ser sinónimo de inacción y alcahuetería.

La máxima congresal de “otorongo no come otorongo”,para aludir al proteccionismo interno dentro del Congreso como una deformación del principio de compañerismo y lealtad mal entendidos, se extiende también en este caso, es más, se patentó en el Poder Judicial. Así dentro del Poder Judicial hay amistades, compadrazgos, compañerismo que impide una verdadera reforma. Por tanto si el actual gobierno en verdad quiere afrontar el problema debe empujar el asunto con fuerza y decisión y no quedarse en el mero anuncio solemne y bien intencionado. De buenas intenciones ya estamos hartos.

La urgente reforma del sistema judicial no puede seguir esperando más. Los medios de comunicación deben continuar insistiendo en el tema y sobre todo la sociedad debe manifestarse y no decaer ni renunciar en el intento. Hay que botar la bazofia a la basura de una vez.

1 Comentarios:

Blogger Juan Arellano dijo...

Post seleccionado para la sección Recomendados de BlogsPerú.

9:33 a. m.

 

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